...
No traten de domesticarla con elementos de
tortura,
coronándola de espinas
o haciéndola sudar sangre;
La poesía es como el diamante,
no la pulverizan con palabras gruesas;
cuidadosa de su persona y su tocado
no admite engaños,
orgullosa de sus orígenes
no podría aceptar ásperas carrasperas,
arranques trasnochados.
Santa Teresa se sentiría enclaustrada,
Quevedo se desangraría por sus viejas heridas,
a Baudelaire le saldrían canas verdes,
Rimbaud retornaría a África,
Mayakovsky volvería a suicidarse.
De eso solamente se trata:
dejar tranquila a la reina en su estrado
o, o que es lo mismo, no enturbiar el agua limpia.
De todos modos, muchas gracias.
-Juvencio Valle
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